“Obstáculo”. Esta fue una palabra que me costó entender. Para mi un “obstáculo” significaba “seto”. Resulta que hay un seto de arbustos con pinchos en un parque cerca de mi casa. Detrás de este seto se esconden siempre una pandilla de gatos y a mi me encanta cazar gatos. Yo no puedo ni saltar el seto ni atravesarlo porque acabaría como un colador, con lo cual este seto se convirtió en mi “obstáculo”.

Se me ocurrió caminar a lo largo del seto esperando llegar a un extremo, rodearlo y enganchar a los gatos por la yugular. El seto resultó ser bastante interminable y olfateando todo lo que me encontraba en el camino me fui despistando hasta que de repente identifiqué un olor muy peculiar: ¡queso! A mi hermano y a mi, nos encanta el queso. En ese momento, los gatos desocuparon mi mente y empecé a imaginarme un montadito de esos de queso como los que se toman mis amos….seguí mi instinto, mi nariz a ras de suelo… cada vez estaba más cerca del queso y sin darme cuenta más lejos de los gatos y ¡VOILA! (no sé francés solo un par de palabras para parecer perro políglota, que siempre impresiona) Me encontré un trozo de pizza debajo de una papelera. ¡Qué buena estaba! Fría y con tierra como me gustan a mi.

En conclusión: gracias a los obstáculos y a los setos, yo me suelo encontrar cosas nuevas e inesperadas, así que amigos, no le tengáis tanta rabia a los obstáculos, uno nunca sabe a dónde nos pueden llevar.

Pero gatitos, no bajéis la guardia que a lo mejor un día buscando quesos me encuentro con vosotros…